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La derrota ocurre cuando creemos lo que el enemigo piensa de nosotros.


23 de agosto de 2006

EL ENIGMA ROLLING STONES


Desde Andalucía: Walter C. Medina. “El Corresponsal Indocumentado”
“Señora: desearía usted que su hija tuviese como novio a uno de los integrantes del grupo Rolling Stones”, preguntaban los más pertinaces conservadores del establishment norteamericano en las portadas de algunas revistas de principios de los ‘60s. Al parecer, los cinco chicos que habían arribado procedentes de la otra orilla traían consigo ciertas actitudes y respuestas que en nada se correspondían con el distinguido modo inglés.
Cuatro décadas más tarde, habiendo aniquilado cualquier síntoma de insatisfacción que en otros tiempos los aquejara, los Stones se han convertido ya en la peor pasadilla de los actuales conservadores del establishment, es decir, de aquellos que no desearían en absoluto que sus nietas o bisnietas tuviesen como novio a uno de los integrantes del grupo Rolling Stones.
No sé si equivoqué la dirección. En realidad ni siquiera recuerdo cuál era la intención de este artículo. Lo cierto es que yo, es decir este que escribe, soy uno de los tantos afectados por las cancelaciones de los conciertos que los Rolling Stones iban a dar en España, más precisamente en Madrid, Barcelona, Valladolid y El Ejido (Almería). Iba a ir al de Barcelona. Tenía un pasaje de avión y una credencial de prensa falsa, pero con foto y todo. Las hacen en Internet, creo. Yo la recorté de un libro sobre la historia del periodismo gráfico en Argentina.
Cuando los vi en Buenos Aires durante la gira “Vudú Lunge Tour” en febrero de 1995, estaba convencido de que aquella era la última posibilidad de verlos. Y me fui a Buenos Aires y entré por primera vez al estadio de River Plate, ese mismo en donde se jugó el Mundial 78 y Argentina estuvo destinada a salir Campeón del Mundo como por arte de magia, negra.
Allí los vi por primera vez junto a mi amigo Mariano, en pleno campo. Los dos saltábamos con “Jumping Jack Flash” y repetíamos al unísono que no podíamos creer que los estuviésemos viendo. “Pellizcame, boludo”, me decía Mariano. Pero no estábamos soñando. Estaban allí, a escasos cinco metros de nosotros. Recuerdo la reacción de un tipo que en aquel momento tendría unos treinta y cinco años. Sobre sus hombros colgaba un niño de unos cinco o seis años. Los dos lloraban. El niño porque estaría harto escuchar la voz de Jagger, por la histeria, o por ver llorar a su padre que repetía en voz alta que no podía creer que los estaba viendo y que nos pedía que lo pellizcásemos. En fin, devoción, entrega o como quieran llamarlo. Así es un concierto de los Rolling Stones en Argentina. Lo digo porque para algunos lectores de este lado del Atlántico puede resultar un dato curioso.
Lo cierto es que aquella vez, en el ‘95, creí que era la última posibilidad de verlos. Nunca se sabe. La edad, la ruta y los excesos ya habían deteriorado a sus Majestades Satánicas, de modo que consideré de vital importancia no perderme aquel concierto. (Mi amigo Mariano me dice al oído que no tenga ningún complejo al escribir). “Poné que ya en esa época estaban hechos una mierda”, me dice. Yo le aclaro que no queda bien emplear ciertos términos, que ese no es ningún “lenguaje periodístico”, que qué queda para las buenas costumbres y el respeto a los lectores. Luego lo insulto gravemente por haberme interrumpido mientras estoy escribiendo esta nota referida a los Rolling Stones.
Digamos que con tanta gira y tanto rock and roll sus aspectos y sus respectivas saludes se han resentido. Para que se entienda mejor, están hechos una mierda. Es que no se puede ir por ahí rocanroleando sin parar “dale que te pego”, como dicen acá. Subiendo y bajando de aviones, escenarios y cocoteros. No señor...No se puede. Hay que cuidarse.
Pero antes de continuar me veo en la obligación moral de dejar en claro que me declaro ferviente admirador de los Stones desde mi más temprana adolescencia. Conservo con celo cada uno de sus álbumes, he visto cada una de las cintas documentales existentes. Desde “Stones in the Park”, grabado en el Hyde Park de Londres a pocos meses de la muerte de Brian Jones, pasando por “Gimmie Shelter”, grabado en Altmont, California y con artistas invitados de los que ahora recuerdo a Ike and Tina Turner. Sin duda uno de los conciertos más famosos de los Stones. Ellos estaban tan colgados que no comprendían la magnitud de la tragedia. Habían asesinado a un hombre a puñaladas durante “Simpaty For The Devil”. Una brutal pelea entre los Hells Angels, que oficiaban de dudosos agentes de seguridad, y el público. Los Hells Angels habían colocado sus motos de modo que éstas hicieran de red de contención entre el público y el escenario. Los ánimos estaban caldeados, era de noche, hacía calor y el ácido lisérgico circulaba como un rayo de boca en boca. Algunos lograban subir al escenario, pero eran arrojados como bolsas de basura a la masa de asistentes. Poco después sucedió aquello que ellos, con justa razón, prefieren no recordar. Una de las motos cayó al suelo, uno de los moteros reaccionó contra un hombre negro. Lo apuñaló en el cuello hasta matarlo. Mientras tanto los Stones tocaban “Simpaty For The Devil”. (Algún programa de enigmas sin resolver remataría preguntando: ¿Casualidad?, ¿Destino?. Yo no remato diciendo nada, excepto que casualidad y destino son palabras esdrújulas, creo.
Tengo todos los álbumes, como ya he dicho, aunque evitaré mencionarlos para no equivocar el rumbo de este artículo ni dejarme arrastrar por la corriente descriptiva en donde volcaría mis más sentidas impresiones. Ese, como ya he señalado, no es el destino de esta nota. Ni siquiera por casualidad.
Lo cierto es que creí, una vez más, que ésta sería la última posibilidad de verlos. Pero no fue posible. Primero Keith Richards que se sube a un cocotero y casi se rompe la crisma, y por último la laringitis de Jagger.
Yo seguiré comprando entradas y creyendo que es la última vez que se los verá en directo. A estas alturas siempre puede ser la última, como también hubiese podido ser cualquier noche de los ‘70s, “qui le sait”. Tal vez antes del próximo concierto nos enteremos, ya con el tícket en la mano y a las puertas de algún campo de fútbol, que Charlie Watts ha sufrido una descompensación que lo ha obligado a permanecer durante seis días sentado en un inodoro. Mi amigo Mariano me dice que no me ande con rodeos, que ponga que Charlie Watts cogerá una diarrea, que Ronie Wood estará con gripe tal vez por haber salido al escenario en mangas de camisa en pleno otoño durante una gira vaya uno a saber dónde.
Todo puede pasar. Anginas, jaquecas, diarrea, laringitis, gripe aviar o mal de ojo. Sus Majestades Satánicas se están humanizando pero sin quebrantar (Bueno, al menos tienen la voluntad de organizar las giras y escribir la lista de ciudades en las que no tocarán).
Hace unos días, un pibe inglés de unos 19 años me dijo que a su abuela le encantaban los Rolling Stones, que los había visto en Hyde Park en el 69. Le dije que yo tenía la cinta de aquel concierto. “Tal vez veas a mi abuela perdida entre el público y con 37 años menos”.
Hace también 37 años, casualmente, un periodista de la BBC londinense le preguntó a Keith Richards que hasta cuándo creía que iba a seguir rocanroleando. Richards le respondió que nunca podría parar, que seguiría tocando rock and roll aunque tuviese setenta años. Tal vez nos encontremos ante la hora de la verdad de Sus Majestades los Stones. ¿Seguirán tocando por siempre? ¿Contraerán seborrea?. Es apenas un enigma sin resolver. Preguntas, tan sólo preguntas sin respuestas. Mientras tanto este que escribe continúa haciéndose una pregunta distinta pero que representa el motivo fundamental de este artículo: Señora...¿desearía usted que su bisnieta tuviese como novio a uno de los integrantes del grupo Rolling Stones?."


10 de agosto de 2006

Cerati tocó en U.S.A.


y Fabián Quercia (oyente de fm d-rock!
residente en E.E.U.U.) se sacó esta foto!...
Gracias, Fabi, por tu FIDELIDAD ETERNA.



¿Se acuerdan del perrito "Loyalty" del disco A Chorros!?







¡¡Gracias!!!!!!!.












También, agradecemos a Freddy de la Revista "Surfista" por el aviso...










Y a EFECTO CHERNOBYL (ex Entre Cloacas y Adoquines) que regresaron hace un par de meses... todos los domingos. ¡Éxitos!.

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